La actitud es determinante para el éxito
La actitud con la que afrontamos cualquier reto marca el resultado que obtendremos. Y es que aunque muchas veces no somos conscientes nuestra mentalidad es el principal obstáculo para la consecución de nuestras metas y, por tanto, de nuestro éxito.
Brian Tracy, una de las principales autoridades del mundo sobre el éxito personal y empresarial, asegura: “Nuestro mundo exterior de actitudes, riqueza, trabajo, relaciones y salud, siempre será un reflejo de nuestra actitud mental”. Y afirma en este sentido:
Aunque el éxito depende de distintos factores, hay algunos rasgos de la personalidad que sí parecen comunes entre los emprendedores que triunfan. Y no me refiero únicamente a los que deciden emprender un nuevo negocio; incluyo aquí a todas las personas que quieren afrontar un reto, un objetivo o un proyecto de cualquier índole. Nuestra actitud, cómo nos paramos hoy frente a cada desafío, es uno de los secretos que determina el futuro de nuestras aspiraciones. En otras palabras, y siguiendo la idea de Tracy, nuestro éxito depende, en gran medida, de nuestra actitud mental frente a lo que nos sucede y de lo que hacemos con ello.
Tipos de mentalidad
La importancia de nuestra actitud seguramente no te resulta nada nuevo, lo has oído antes. Pero lo que quizás nunca te has parado a pensar es en el tipo de mentalidad que marca tu día a día. Y si tu mentalidad te está ayudando a crecer o, en cambio, supone una barrera para tu éxito y para la consecución de tus objetivos futuros.
Carol Dweck, reconocida psicóloga, conferenciante y autora -entre otros- del libro Mindset, señala algo muy interesante y que tiene profunda relación con lo que venimos hablando. Según esta autora, existen dos tipos de mentalidad que marcan la diferencia entre el éxito y el fracaso y/o estancamiento de las personas en relación a sus proyectos.
1. La mentalidad fija:
Esta presupone que nuestro carácter, inteligencia y habilidades creativas “vienen de fábrica” y que no podemos cambiarlas o influir sobre ellas de modo significativo. Es determinista pues no podemos cambiar lo que nos viene dado. Además funciona en términos absolutos: o tenemos éxito o fracasamos. Evidentemente, la creencia de que esas cualidades están grabadas a fuego, conduce a una serie de pensamientos y acciones poco positivos para nuestro crecimiento personal. Cree en la tiranía del “ahora” y es absoluto: hemos fracasado o hemos tenido éxito. Es una mentalidad que nos dice: “soy un fracasado porque tal o cual cosa no me ha funcionado”.
Esta mentalidad pone a las personas en una situación de auto-presión constante. De hecho, es como si vivieran constantemente probándose a sí mismos en sus trabajos, en sus carreras y en sus relaciones. Necesitan todo el tiempo confirmar su inteligencia, su personalidad o su carácter. Cada situación es evaluada de forma binaria: “¿Tendré éxito o fracasaré?” “¿Me aceptarán o me rechazarán?” “¿Me sentiré como un ganador o un perdedor?”; y un sinfín de etcéteras. De esta forma el peso del fracaso ahora nos limita la consecución del éxito en el futuro. Es un lastre para que podamos avanzar.
2. La mentalidad de crecimiento:
Este tipo de enfoque entiende que no todo “viene de fábrica”, no está escrito en piedra. En general, las personas con esta mentalidad ven el fracaso como un trampolín alentador para el crecimiento y el desarrollo de sus capacidades, y no como una prueba de inteligencia. La creencia de que las cualidades pueden cultivarse, conduce sus pensamientos y acciones por un camino opuesto al anterior. Es una mentalidad más orientada al futuro y no tanto al ahora. Creen en los “todavía no”, “aún no”, por lo tanto, entienden que es posible. Nos podemos volver a levantar para seguir intentándolo mañana. Cada día es una nueva oportunidad.
Las personas con esta forma de pensar creen que cualquiera puede ser cualquier cosa, todo es posible. Con el esfuerzo necesario podemos alcanzar nuestras metas y cada fracaso es solo un escalón más en el aprendizaje hacia el éxito. Se crea así una pasión por el aprendizaje, por mejorar, por enriquecernos en lugar de la necesidad de aprobación y comprobación constante. La mentalidad de crecimiento se guía por la convicción de que las cualidades humanas y las capacidades relacionales pueden ser cultivadas a través del esfuerzo y la práctica deliberada. ¡Todos tenemos la capacidad de mejorar y avanzar!
¿Tu actitud mental te hace crecer o te marca un techo?
Al final, cualquier forma de pensar es un proceso interpretativo que nos dice lo que está pasando en nuestro alrededor. Nosotros decidimos cómo interpretamos lo que nos ocurre. Cuando nos domina una mentalidad fija, ese proceso está marcado por un diálogo interior que tiene la necesidad de juzgar y de evaluar constantemente, utilizando cada pieza de información como evidencia a favor o en contra de las evaluaciones. Estamos continuamente sometidos a un jurado muy exigente que solo ve en blanco y negro: fracaso o éxito. Y lo mismo aplicamos a los demás, somos unos jueves implacables.
No obstante, ningún comportamiento aislado define a una persona. Nadie es torpe sólo por tropezarse una o varias veces, nadie es un fracasado porque le vaya mal en un proyecto y nadie es malo porque se haya comportado de mala manera alguna vez. Y siempre existe la posibilidad de cambiar, de mejorar, de avanzar…Y aquí está la diferencia sustancial entre ambas mentalidades:
Con esta mirada, las personas con una mentalidad de crecimiento también tienen sus propios procesos de monitoreo e interpretación de la realidad. Pero no enjuician con su diálogo interior de una forma binaria, fracaso o éxito, sino a partir de un panorama probable. Su mirada está puesta en lo posible, a pesar de recibir información positiva o negativa de las personas y de lo que lo rodea.
Estas dos mentalidades que manifestamos a muy temprana edad, moldean la mayor parte de nuestros comportamientos y nuestra relación con el éxito y el fracaso, tanto en contextos profesionales como personales. Y tú, piénsalo ahora, ¿tienes una mentalidad que te hace crecer o una mentalidad que te frena y te marca un techo?
La buena noticia es que la mentalidad fija puede ser reprogramada para convertirse en mentalidad de crecimiento. Mientras que la mentalidad de crecimiento puede explorarse para potenciar todos los recursos personales, alineándolos con nuestro emprendimiento, reto, desafío y/o proyecto. La psicoterapia puede ayudarnos a avanzar en nuestro autoconocimiento y a conseguir un enfoque positivo que nos haga avanzar. ¿Lo hablamos?